miércoles, 8 de agosto de 2012

Obsolescencia programada

Como todos sabemos, los aparatos tecnológicos se estropean. Esto es debido a lo que se conoce como obsolescencia programada, es decir, la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que —tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante— éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
Al igual, los seres humanos también tenemos un final de vida. Es conocido por todos que, llegados a una determinada edad, todos morimos. 70, 80 años, al final morimos. Y no hay ser humano que no esté determinado para morir: todos morimos.
Sin embargo, existe una diferencia entre los aparatos tecnológicos y nosotros. Los aparatos, cuando se estropean, pasan a convertirse en mera chatarra que puede que sea reciclada o puede que no. Nosotros, sin embargo, al morir, ni nos quedamos en la tumba ni somos reciclados para ser hechos otra persona. Cuando nosotros morimos, tenemos, como usted sabrá, dos opciones: Cielo o Infierno.
Para ir al cielo es necesario ser bueno, ser justo, etc. En definitiva, no tener pecado alguno. No haber cometido nunca mal alguno. Para ir al infierno, sólo es necesario haberse equivocado en algo, haber obrado mal aunque sólo haya sido una vez.
Aquí nos encontramos un problema, un grave problema: ningún ser humano es bueno. Y se lo voy a demostrar:
-¿Has mentido alguna vez?
+Bueno, alguna sí.
-Entonces eres un mentiroso. ¿Has adulterado alguna vez?
+Nunca, siempre he sido fiel a mi esposa
-Pero la Palabra de Dios dice que, si miraste una mujer para codiciarla, adulteraste con ella en su corazón. Luego, ¿has adulterado?
+Bueno, eso quizás si.
-Luego eres un adultero. ¿Eres homicida?
+¿Yo? ¡Si no he matado ni una mosca!
-Pero Dios dice que, si odias, eres homicida, luego, ¿eres homicida?
+También lo soy. ¡Pero es que todo el mundo lo es entonces!
Efectivamente. Si usted ha llegado a esta conclusión, va bien encaminado. Todos somos mentirosos, adúlteros, homicidas, y muchas más cosas que es mejor no decir. Por tanto, nuestro destino era la muerte y el infierno.
Sin embargo, quiero darles la solución a este gran problema. Se llama Jesucristo. Jesucristo se hizo hombre y sufrió por nosotros en la cruz, derramando su sangre y resucitando al tercer día para que nosotros podamos ser llamados buenos y justos delante de los ojos de Dios. Lo hizo todo por ti. Él quiere que tu conozcas tu pecado no para condenarte, sino para que puedas arrepentirte por ello. Él te llama en esta hora, en este día, en este mundo y en este universo a llevar una vida totalmente diferente. Él quiere hacerte libre para que puedas servirle a Él y ser llamado hijo de Dios y que, el día que mueras, puedas decir: "Padre, voy a casa contigo". Tú puedes hablar con Dios ahora y pedirle perdón por todo lo malo que has hecho. ¿Dejarás pasar la oportunidad?

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