martes, 3 de abril de 2012

El problema del Mal

¿No has sentido muchas veces como, a pesar de querer hacer algo bueno o simplemente no hacer lo malo, haces precisamente lo que no querías hacer, es decir, lo malo? Creo que esta sensación la sentimos cada ser humano. Aún más, yo diría que casi diariamente.
El ser humano tiende al mal. Es por eso que por si mismo no puede salvarse. Aunque tenga la libertad de elegir entre el bien y el mal, su naturaleza tiende a hacer lo malo delante de Dios. Y es que el hombre está vendido al pecado. En él, por si mismo, no hay nada bueno. Pablo lo expresa en el capítulo 7 de Romanos:
"...el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero..."
Un apóstol como Pablo expresa su lucha en este capítulo, diciendo que, aunque el quiere hacer lo bueno, no puede hacerlo debido al pecado que reside en él. Dice un poco más abajo en el mismo capítulo que, aunque se complace de la ley de Dios en su interior, sus miembros van hacia lo malo. Por tanto, si el hombre por si mismo nada bueno puede hacer, ¿como podrá salvarse por medio de si mismo? ¿como se va a salvar por sus obras?
Por esta razón Dios dio a su hijo unigénito. Para que tu, por medio de Él cuando habite en ti, puedas hacer lo agradable y perfecto ante sus ojos. Dios no vino sólo a traer un salvoconducto al cielo. Vino para eso y mucho más. Para restaurar lo perdido en el Edén, la comunión con Él. Para hacernos libres de esas cadenas que nos llevan a hacer lo malo. Para salvarnos, en su más amplio sentido.
Tu también puedes ser libre del mal y de la muerte. Dios no es un Dios que está esperando con que mueras para mandarte al infierno, sino que, con un inmenso amor, quiere que tu, como todos, procedas al arrepentimiento. Y arrepentimiento es dejar tu antigua vida atrás. Arrepentirte sinceramente de lo que has hecho antes y no volver a hacerlo más. Dar media vuelta y cambiar tu camino. Cambiar tu vida.
Samuel García González

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